sábado, 14 de agosto de 2010

Los niños pequeños son personas pequeñas

La capacidad de comprensión de los niños pequeños
(hablar con ellos)

Nos resulta disparatado imaginar que los bebés y los niños pequeños son seres que llegan al mundo con total capacidad para amar, ser amados, y entrar en comunicación con los demás.
La costumbre de hablar con los niños es poco frecuente por eso parece "rara". Suena ridículo dar explicaciones a un bebé que en apariencia sólo sabe llorar, mamar y ensuciar los pañales.
Que un niño no pueda aún utilizar el lenguaje verbal, no significa que no lo comprenda. Partiendo del preconcepto: "son chiquitos y no entienden" nos permitimos dar escasa información a los bebés: nos vamos a trabajar-desaparecemos- y volvemos ansiosos -aparecemos- sin explicación alguna. Tomamos decisiones personales o familiares que los involucran, los dejamos al cuidado de otras personas, manipulamos sus cuerpos, los llevamos al supermercado, toleramos que personas desconocidas para ellos los alcen, etc; sin darles la oportunidad de encontrar un sentido a cada situación y a la manera personal de acomodarse a ella.
En cambio, los adultos nos manejamos con una cierta información con respecto a los otros.
Lo que entre adultos consideramos "irrespetuoso", nos parece natural en relación con los niños.
¿Porqué es necesario que los niños sepan lo que va a suceder?
Porque tienen derecho a organizar su entendimiento, al igual que los adultos. Un niño se "prepara" para vivir en ausencia de su mamá durante tres horas, se "prepara" para aceptar rostros desconocidos que se vuelven "amigables" si la mamá los nombra, se "prepara" para ir al supermercado que es un lugar ruidoso con luces brillantes, donde la mamá está apurada y no le presta atención. Los adultos también nos sentimos mejor si en una fiesta el anfitrión trata con amabilidad a otras personas, si sabemos cómo se va a desarrollar nuestra jornada, si conocemos nuestras alternativas.
Por eso, tomemos la costumbre de hablar con los niños, por pequeños que sean. Cada mañana contémosle cómo será el día. Si tenemos que dejarlos, expliquémosles qué harán ellos en nuestra ausencia, qué van a comer, adónde van a ir a pasear, en fin, démosles toda la información banal y doméstica. Y más imprescindible aún, hablemos con los niños sobre lo que nos pasa, lo que sentimos, sobre el origen de nuestras preocupaciones, los motivos de nuestras alegrías, los proyectos y los deseos, los logros y las dificultades, los amores y desamores, los regalos y las pérdidas. Conectémonos con nuestros procesos internos aunque no sean prolijos y hagamos la prueba de hablar de ello con nuestros hijos. Hablemos. Hablemos porque nuestros niños nos escuchan. Nos comprenden y nos protegen. Y, por sobre todas las cosas, cuando ellos manifiestan las preocupaciones que son nuestras, sólo hablando con claridad de ellas, los separamos de la emoción.
En la medida en que escuchan la situación conflictiva, contada por su mamá, pueden separarse de la angustia. En la medida en que saben de que se trata, quedan separados de la angustia. Dicho de otro modo, si el nudo del conflicto es visto en su real dimensión, el niño ya no tiene que hacerse cargo de mostrar la situación a resolver. Ya retornó a la comprensión de la mamá, y esa pregunta inicial ¿que me está pasando? es fundamental en la búsqueda de la verdad.

En próximas publicaciones hablaremos de recursos concretos para hablar con los niños.

Contenidos extraídos del libro "La maternidad y el encuentro con la propia sombra" de Laura Gutman Edit. del nuevo extremo, 7ª edición

1 comentario:

  1. Gracias por ayudarnos a enriquecer la difícil tarea de ser papás, para amar y proteger a nuestros hijos en su formación como personas

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